El término graffiti es de procedencia italiana, acuñado por los romanos
que ya guarreaban las paredes
Pero sus orígenes se remontan a civilizaciones con aún mayor solera que,
como los macedonios, los griegos, los antiguos egipcios con sus
indescifrables jeroglíficos, e incluso los hombres de las cavernas con
sus celebradas y tan visitadas pinturas rupestres, utilizaban las
paredes de tumbas, viviendas y edificios en general para satisfacer a
conciencia uno de los más ancestrales instintos del hombre: el de
comunicarse.
Es a finales de la década de los 60, cuando los concienciados activistas
políticos y los no tan concienciados miembros de las "gangs", hacen
suyo este primitivo método de comunicación. Los primeros, para hacer
públicas sus protestas, y para marcar el territorio los segundos.
Poco después en la ciudad norteamericana de Filadelfia, el "bombing"
sienta los primeros antecedentes del graffiti tal y como hoy lo
conocemos. Estos primeros artistas, impulsados por el noble propósito de
llamar la atención de la prensa y la comunidad, se dedicaban a
bombardear, de ahí el término "bombing", las paredes de la ciudad con su
nombre o apodo.
y sitios públicos con sus profecías y
protestas, llevados por el incontenible deseo de compartirlas con sus
conciudadanos.
Se llega, entre mediados y finales de los 70, a la cumbre en lo
que a innovación estilística se refiere cuando esta técnica del "tag" o
tagging", que consistía en la firma del artista con forma de garabato,
evoluciona hacia letras más estilizadas y grandes. Además de para
escribir el nombre, empiezan a utilizarse para expresar ideas o
declaraciones, dando lugar primero a las "bubble letters", letras
redondeadas con relleno y filete, y más adelante a lo que hoy se conoce
como "throw up".
Esta técnica, a su vez impulsada por el afán competitivo de los
"writers" y su deseo de ganar mayor popularidad y respeto, llega a una
complejidad estilística tal, que las letras empiezan incluso a ser
difíciles de entender, culminando así en lo que es la forma más notable
del graffiti del Bronx, el "wildstyle".
Con el último aliento de la década de los 70, el "writing" alcanza sus
cotas más altas con la incorporación de imágenes de la iconografía
popular tales como personajes de comic o de dibujos animados, e incluso
en muchos casos de autorretratos en forma de caricatura. Con ellas,
aparecen en escena las complejas "pieces" o "masterpieces", que además
de servir para distinguir a los grandes maestros de los principiantes,
se generalizan y amplían su tamaño hasta llegar a ocupar vagones de
metro enteros.
La comunidad del "writing" arde de expresividad y ello lleva a una
competitividad feroz que se traduce en el auge de las guerras (no
violentas) de style. Así como de las alianzas entre "writers" y "crews"
(grupos de writers que trabajan en equipo), para conseguir el respeto de
los demás rivales y compañeros.
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